Durante toda nuestra vida, estemos en el momento que sea, seguimos teniendo un corcel, llamado destino, cuyas riendas están en nuestras manos, y seguimos teniendo dos opciones:
1. Simplemente sostenerlas y dejar que te lleven donde el caballo quiera ir.
2. Cogerlas con firmeza y dirigirlas hacia donde tú quieras ir.
Es una decisión y, a veces, nos justificamos en que “nos va mal” o en que “las cosas están mal”, sólo para NO tener la responsabilidad de coger esas riendas, sólo para NO tener que cargar con los errores que conlleve dirigirlas, porque a partir de entonces NO hay sociedad, familia, persona, crisis económica, ni elemento en el mundo sobre el que poder depositar la culpa del error cometido. Sin embargo, estás pagando un precio muy caro por alejar la culpa de tu vida, irremediablemente te estás dejando a ti mismo sin la posibilidad de poder atribuirte también tus aciertos.
Con esa filosofía ya hemos perdido todo, antes siquiera de haber empezado a jugar.
Hace algún tiempo escuché este consejo de los labios de un amigo: “Siempre hacia arriba, apunta siempre hacia arriba”. Quería decirle a un buen amigo suyo que por mirar hacia abajo, por mirar a quienes estaban peor que él o por mirar su propio pasado y ver que había mejorado, si quiera levemente, se quedaba “conformistamente” apeado en su inmovilidad, por temor a perder lo poco bueno que había logrado.
Sin embargo, las metas personales y profesionales muchas veces son sólo una dirección a seguir, NO un destino definitivo. Y si hay un destino definitivo, NO sabemos cuándo llegará.
Cuando nos ponemos metas y las anticipamos inalcanzables, no sólo nos estamos justificando para NO perseguirlas…
Hay algo más, mirar hacia otro lado renunciando a las posibilidades, reduce la prisa, la desesperación y la incapacidad de estar verdaderamente contigo mismo. Es así como eliges permanecer dónde estás simplemente porque estás ahí, y eso NO es motivo suficiente para estar en ningún lugar, eso NO te hará feliz, y sobre todo, NO tiene porqué ser necesariamente así, ningún lugar ha de ser necesaria u obligatoriamente tu lugar, a NO ser que tú así lo decidas.
Depende de ti.
Tienes tiempo, y probablemente tienes un techo bajo el que vivir: PUEDES HACERLO. Lograr tus objetivos sólo es cuestión de tiempo, y aprovechar ese tiempo, sólo depende de tu actitud.
Puedes hacerlo, pero para ello tienes que permitírtelo, tienes que arriesgarte a arriesgar. No puedes esperar sencillamente que el tiempo pase, sólo para poder decirte a ti mismo: «¿Ves? es que NO había ninguna posibilidad», «NO soy yo».
Así te quedas tranquilo…
Tranquilo sí, pero con una compañera de habitación, que sí es perseverante, esa compañera se llama ansiedad, y lleva de consejero al miedo.
El miedo, un ser que a todos nos habla, pero sólo es el consejero de algunos, sólo agarra las riendas de las vidas de aquellas personas que aún NO las han cogido por sí mismas… ¡Alguien tiene que estar al mando!
¡Tú decides!
Si eres un prisionero de la inmovilidad seguramente:
¡NO tienes ningún problema real! Sólo la acumulación de decisiones NO tomadas que se amontonan a tu alrededor, impidiéndote el paso a ningún sitio.
Esos problemas se diluirían uno a uno, si empiezas a actuar para resolverlos, UNO a UNO. HOY. NO mañana, NO cuando tengas ganas, NO cuando tengas energía. Haz algo hoy, empieza ya, y si no, haz sitio en tu corcel porque un miedo más se va a acomodar a tu lado en forma de decisión NO tomada.
Y lamentablemente, llegará un momento en que cuando estas sean muchas, te tocará dejar tu sitio al miedo al frente del caballo, porque sencillamente NO hay espacio para todos ellos y tú.
NO OLVIDES compañero, que PUEDES ELEGIR. Puedes elegir con quién quieres compartir tu camino. Si NO lo haces, los pasajeros y la negatividad se te irán acumulando hasta que un día el caballo simplemente, SE PARE, pues ya NO podrá con el peso. En ese momento te declararas inmóvil, creerás que NO avanzas, creerás que NO hay sitio a dónde ir, y lo que es más grave, NO te darás cuenta de que eso: ¡NO es verdad!
Se acabó seguir hablando de lo mismo, de tu familia, de tu pasado, de esas experiencias negativas que te marcaron. Ya NO más. Eso ya los has hecho infinidad de veces y NO ha funcionado. NO resuelve nada, se trata de que decidas qué quieres hacer con tu vida, y lo hagas, sin miedo o con él, pero HAZLO.
Nadie más va a vivir tu vida salvo tú. Simplemente haz lo posible y lo imposible porque tu vida sea mejor. Y lo que llegue, llegará, y lo que NO llegue, pues NO lo hará. Pero tú habrás hecho lo posible y ya NO serás un esclavo del miedo, ni la ansiedad volverá a ser jamás su amante.
Ya NO serás un prisionero nunca más.