Muchas veces en nuestra cultura y entornos sociales no hay una mirada de protección y sensibilidad hacia la infancia.
Para tomar conciencia de la grandiosidad de lo que implica esta etapa sólo tienes que pararte a observar cualquier “pequeño logro” (de pequeño no tiene nada en realidad) que hace tu hijo o hija, cuántos “pequeños pasos” da para, por ejemplo, caminar ¡es absolutamente increíble!, ver cómo va fortaleciendo las piernas poco a poco, cómo trabaja para desarrollar el equilibrio, como aprende a dejarse caer para no hacerse daño, tanto y tantos detalles, tanto y tanto esfuerzo y dedicación están absolutamente enfocados/as en crecer y en “comerse el mundo”, su dedicación es total, su motivación por conocer el mundo es infinita.
Sin embargo, el desarrollo del niño o niña no está exento de retos, no sólo motrices, sino también emocionales, cómo enfrentar la frustración, que me digan que no, cómo tolerar el aburrimiento y aprender a relacionarse con otros niños y niñas y todo ello, siempre impregnado de la emoción, pura e intensa, porque cuando son pequeños no tienen otra cosa, sólo sus emociones, que surgen volcánicas como una forma de lograr la satisfacción de sus necesidades.
Todo se vuelve más y más complejo demasiado deprisa, las demandas del entorno crecen de forma vertiginosa, y muchos niños y niñas son “atropellados por la prisa”, una prisa que no respeta su ritmo de desarrollo, una prisa que manda en el mundo adulto, y que desemboca en que su entorno muchas veces, no tiene tiempo de calidad para dedicarles.
En este escenario social y cultural, en que además hay otra distorsión totalmente disparada, que tiene que ver con la irrupción de las tecnologías en nuestros hogares, familias y colegios, nos encontramos con nuevos retos a la hora de educar, y nuevas necesidades a las que atender, tanto en relación a los pequeños y pequeñas de diferentes edades, como a nivel educativo para las familias de hoy en día.
En 3G Psicología, nos comprometemos a ofrecer un enfoque especializado y sensible para abordar las necesidades emocionales y psicológicas de cada niño y niña, proporcionando herramientas y apoyo necesario para cultivar un bienestar integral desde las primeras etapas de la vida.